El drago es una planta
autóctona de Canarias. Actualmente se encuentra con relativa
abundancia en las Islas. En los últimos años el número de
ejemplares ha aumentado considerablemente por su popularidad como
planta ornamental y simbólica. Se trata de un árbol de tronco
grueso y con la copa llena de ramas espesas, cuyas hojas tienen forma
de espada. Sus flores son numerosas y pequeñas. Cada una consta de
seis pétalos y su fruto es una baya amarillenta. La madera del drago
es esponjosa y ligera.
La fama de este árbol
deriva de su longevidad, pero especialmente de la resina o jugo que
segrega este árbol de su tronco, que se condensa y adquiere el color
de la sangre. A este líquido se le atribuyen muchas propiedades
curativas. Ya los romanos conocían la sangre de Drago y venían en
busca de ella a las islas para usarla con fines medicinales. Debido a
esto es por lo que quedan pocos ejemplares de gran edad ya que su
savia ha sido extraída con fines medicinales, lo que ha producido el
deterioro de la planta. Además, los guanches daban a este árbol un
carácter totémico, es decir, consideraban al árbol como un fetiche
protector.
Asimismo, en torno a este
árbol rondan muchos mitos, siendo el más famoso el que identifica
al árbol con el mítico dragón que guardaba las manzanas de oro del
Jardín de las Hespérides. Cuenta el mito que más allá de las
Columnas de Hércules (situadas en el Estrecho de Gibraltar) se
encontraba el famoso Jardín de las Hespérides. Las Hespérides eran
siete ninfas (deidad menor femenina) que algunas tradiciones míticas
las sitúan en las Islas Canarias y cultivaban un Jardín magnífico,
con árboles cargados de manzanas de oro que excitaban la codicia de
hombres y dioses. Un dragón con siete cabezas se encargaba de
custodiar la preciada fruta y se hallaba en la entrada del jardín
con los ojos siempre abiertos.
Euristeo le había
ordenado a Hércules realizar Doce Trabajos y uno de ellos era robar
las manzanas de oro. Hércules tuvo que sortear muchos peligros, pero
lo peor fue enfrentarse al dragón que custodiaba el jardín. Tras
una dura pelea logró matarlo y apoderarse de las manzanas de oro.
Las Hespérides le advirtieron que los dioses no lo permitirían y
que las manzanas volverían a su lugar. Cuando Hércules llevó las
manzanas a Euristeo, le comentó la advertencia hecha por las
Hespérides, por lo que el astuto Euristeo se las regaló a Hércules
como premio por su valor. Este inmediatamente se las llevó a la
diosa Atenea que las restituyó en su lugar.
A las Hespérides también
se les da el nombre de Atlántidas o Pléyades. Todas se casaron con
dioses o héroes y después de su muerte fueron colocadas en el
firmamento formando la constelación de las Pléyades.
