lunes, 14 de noviembre de 2016

El Drago de Icod de los Vinos

El drago de Icod (Dracaena Draco) está considerado como uno de los seres vivos más viejos del mundo, con una edad estimada de 800 a 1000 años, una altura de más de 16 metros y se sostiene sobre una base de 20 metros de perímetro.
El Drago Milenario es monumento nacional desde 1917, y es, junto con el Teide, un símbolo altamente representativo de Canarias. Su imagen aparece en numerosas obras pictóricas y ha sido impresa en billetes de 1.000 pesetas y en sellos de Correos.
El parque que rodea el entorno del Drago en Icod de los Vinos fue diseñado entre los años 1997 y 2000, con una extensión superior a las tres hectáreas constituye un singular espacio botánico de plantas autóctonas de Canarias. A lo largo de su recorrido se encuentra representada la vegetación potencial de la zona sobre la base de los pisos bioclimáticos de la comarca icodense
Una leyenda sobre el Drago de Icod narra lo siguiente:

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo desembarcó en la playa de San Marcos de Icod un mercader procedente de tierras mediterráneas en busca de “sangre de drago” (Se trataba de la savia de dicho árbol que por aquel entonces era un producto utilizado en algunos productos farmacéuticos). Cuando llegó a la playa sorprendió a unas jovenes guanches que se bañaban solas en el mar siguiendo el rito tradicional. Inmediatamente comenzó a perseguirlas y logró apoderarse de una de ellas. La joven viéndose capturada intentó cautivar su corazón ofreciéndole manjares de la tierra. El navegante que venía en busca de la “sangre de Drago” y que traía en su imaginación el viejo mito griego de las Hespérides, le pareció que los frutos que le ofrecía la joven eran las míticas manzanas del Jardín de las Hespérides. Mientras comía dando rienda suelta a sus pensamientos, ella aprovechó para escaparse, cruzó el barranco y se refugió en un bosque cercano. El la persiguió, pero de pronto se dio cuenta de que algo se interponía entre él y su presa: era un árbol, que majestuoso meneaba sus ramas como si de espadas se trataran. Su tronco se semejaba a una serpiente y en su interior se ocultaba la doncella guanche. El navegante, asustado, le lanzó al supuesto monstruo una flecha que al clavarse en el árbol hizo que de este brotara sangre líquida de Drago. Confundido y atemorizado huyó despavorido hacia el mar y rápidamente se subió a la barca y y comenzó a alejarse de la costa ya que estaba convencido de que había sorprendido en el jardín a una de las Hespérides a la que salió a defender el mítico Dragón.

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