El drago de Icod
(Dracaena Draco) está considerado como uno de los seres vivos más
viejos del mundo, con una edad estimada de 800 a 1000 años, una
altura de más de 16 metros y se sostiene sobre una base de 20 metros
de perímetro.
El Drago Milenario es
monumento nacional desde 1917, y es, junto con el Teide, un símbolo
altamente representativo de Canarias. Su imagen aparece en numerosas
obras pictóricas y ha sido impresa en billetes de 1.000 pesetas y en
sellos de Correos.
El parque que rodea el
entorno del Drago en Icod de los Vinos fue diseñado entre los años
1997 y 2000, con una extensión superior a las tres hectáreas
constituye un singular espacio botánico de plantas autóctonas de
Canarias. A lo largo de su recorrido se encuentra representada la
vegetación potencial de la zona sobre la base de los pisos
bioclimáticos de la comarca icodense
Una leyenda sobre el
Drago de Icod narra lo siguiente:
Cuenta la leyenda que
hace mucho tiempo desembarcó en la playa de San Marcos de Icod un
mercader procedente de tierras mediterráneas en busca de “sangre
de drago” (Se trataba de la savia de dicho árbol que por aquel
entonces era un producto utilizado en algunos productos
farmacéuticos). Cuando llegó a la playa sorprendió a unas jovenes
guanches que se bañaban solas en el mar siguiendo el rito
tradicional. Inmediatamente comenzó a perseguirlas y logró
apoderarse de una de ellas. La joven viéndose capturada intentó
cautivar su corazón ofreciéndole manjares de la tierra. El
navegante que venía en busca de la “sangre de Drago” y que traía
en su imaginación el viejo mito griego de las Hespérides, le
pareció que los frutos que le ofrecía la joven eran las míticas
manzanas del Jardín de las Hespérides. Mientras comía dando rienda
suelta a sus pensamientos, ella aprovechó para escaparse, cruzó el
barranco y se refugió en un bosque cercano. El la persiguió, pero
de pronto se dio cuenta de que algo se interponía entre él y su
presa: era un árbol, que majestuoso meneaba sus ramas como si de
espadas se trataran. Su tronco se semejaba a una serpiente y en su
interior se ocultaba la doncella guanche. El navegante, asustado, le
lanzó al supuesto monstruo una flecha que al clavarse en el árbol
hizo que de este brotara sangre líquida de Drago. Confundido y
atemorizado huyó despavorido hacia el mar y rápidamente se subió a
la barca y y comenzó a alejarse de la costa ya que estaba convencido
de que había sorprendido en el jardín a una de las Hespérides a la
que salió a defender el mítico Dragón.

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