miércoles, 8 de noviembre de 2017

EL ESPAÑOL HABLADO EN CANARIAS

Introducción: La modalidad lingüística hablada en Canarias se inscribe en el llamado espa­ñol atlántico o meridional. Nuestra variedad forma grupo común con el anda­luz, y con el español de América. El castellano se implanta en Canarias a lo largo del siglo XV y primeros años del siglo XVI, una vez se consuman la conquista y colonización de dicho territorio por parte de Castilla. De modo que ha sido la virtual identidad de los procesos de anexión lo que explica las muchas analogías que presenta el español de las Islas con el de Ultramar. Esas analogías, de forma más concreta, se deben a los siguientes hechos:
1. Coincidencia en las fechas de la conquista y colonización.
2. La misma procedencia geográfica de los colonos.
3. La relación secular y sostenida entre Canarias y América.
Conviene aclarar que el español canario presenta una notable diversi­dad o polimorfismo, como corresponde a una región físicamente fragmentada y como corresponde también a unos condicionantes naturales y culturales no siempre homogéneos en el transcurso de su joven historia. Por eso se habla de “hablas canarias”.
Rasgos fónicos: Lo que de verdad interesa comentar en este apartado se refiere a las consonantes:
1. Seseo generalizado. Este rasgo se da con carácter genérico en Canarias en todos los hablantes. La ausencia del fonema zeta ha determinado una pronun­ciación particular de la s.
2. Aspiración de la s en final de sílaba. Es prácticamente general, con excepción de lo que sucede en la isla de El Hierro. En la isla de Gran Canaria, cuando la s va seguido de b, d, y g se produce una pérdida de dicho elemento.
3. Pronunciación relajada de la j o g.
4. Presencia del yeísmo. La ll se pronuncia como y.
5. Pronunciación sonorizada ch.
Los rasgos hasta aquí considerados se registran en todo el espectro socio­cultural de hablantes. Hay, sin embargo, algunas otras particularidades que se reducen a grupos sociológicos más específicos. Por ejemplo, la confu­sión r - l (Cardero en lugar de caldero) Otro tanto sucede con la pronunciación aspirada de la r ante n y l (cah­ne por carne).
Rasgos gramaticales: Hay muchas pero la mayor parte de las mismas se limita al pronombre y al verbo.
Sistema pronominal:
1.º) Ausencia de vosotros y formas adjuntas. Se sustituye por ustedes. El paralelismo con América vuelve a ser aquí evidente. Conviene aclarar que el pronombre vosotros y el uso de vos por os o el de alguna forma verbal constituyen un rasgo tradicio­nal de algunas zonas del Archipiélago. En concreto, en la isla de La Gomera y, antiguamente entre personas de edad avanzada, en puntos de Te­nerife y La Palma, el fenómeno presenta todavía una apreciable vitalidad.
2.º) Ausencia de leísmo, laísmo y loísmo. Frente a lo que ocurre en la Penín­sula y más concretamente en Castilla, en Canarias, como también sucede genéricamente en América, los pronombres personales átonos implicados en estos fenómenos se emplean a la manera etimológica: lo, los, la, las como complementos directos y le, les como complementos indirectos.
Sistema verbal:
1.º) Empleo preferente del pretérito indefinido. Es una singularidad gramatical compartida por bastantes modali­dades americanas, es un arcaísmo y procede del español preclásico. En Canarias el tiempo verbal triunfante ha sido el pretérito simple o indefinido, el pretérito también llamado perfecto no se usa aquí, como en cas­tellano.
2.º) Sustitución de las formas propias del imperativo. En el imperativo, ade­más de la no presencia de las formas de segunda persona del plural, es muy común - pero no exclusiva - la sustitución de las formas propias por las del presente de indicativo ("me compras el periódico", "me traen los trabajos en un sobre cerrado").

Los restantes fenómenos verbales destacables de nuestro archipiélago no suelen afectar a todos los hablantes, sino a los usuarios del nivel popular. Entre ellos sobresalen algunos casos de asociación analógica (como usar lle­guemos por llegamos o póngamos por pongamos). Tales peculiaridades, ca­talogadas expeditivamente en muchos manuales como vulgarismos gramati­cales, no son, como es sabido, privativas de esta o aquella modalidad hispá­nica.
Rasgos léxicos:
1.ª) Portuguesismos. El importante asentamiento de colonos portugueses en nuestras islas hasta el siglo XVII, vinculado a los oficios de marineros, azucareros, agricultores,..., propició la incorporación de un nutrido contigente de voces de procedencia lusa: enchumbar, magua, liña, leito, em­borrallarse, maresía, engodar, perlujo, ...
2.ª) Americanismos. Los contactos históricos con América han supuesto, como en otras parcelas de la cultura, una influencia en las dos direcciones. Por eso es a veces difícil saber si determinadas palabras compartidas partieron de una orilla o de la otra del Atlántico: papa, guagua, guataca, gua­najo, gandola, bemba, machango, sambumbiar, etc.
3.ª) Guanchismos. La acción conquistadora y colonizadora, como ocurre por norma en estos casos, eliminó una parte importantísima de los bienes cultu­rales de los pobladores prehispánicos de Canarias. Sin embargo, asociado a determinadas parcelas, particularmente a la ganadería caprina y a la botáni­ca, ha quedado, excepción hecha, claro es, de los nombres propios toponími­cos, un puñado estimable de voces de este origen: baifo, tafor, tajorase, taji­naste, tagasaste, tabaiba, tedera, gofio, tagora, ...
4.ª) Arcaísmos. El hecho de constituir Canarias un área marginal a la que, por consiguiente, las irradiaciones innovadoras procedentes de las zonas centrales llegan con retraso, ha significado que se haya mantenido en las Is­las una serie de voces y acepciones ya desaparecidas o muy languidecientes en la Península. Mu­chos vocablos genuinamente castellanos conservan entre nosotros un vigor indiscutible, que contrasta con su agónica presencia peninsular. Es el caso de voces como bravo ‘furioso’, curioso ‘cuidadoso, higiénico’, demorarse ‘tar­dar, retrasarse’, liviano ‘ligero’, empalambrarse ‘inflamarse’, luego ‘pronto’, pescudar ‘sonsacar arteramente´, etc.
Básicamente, son éstos los apartados más notables que configuran nuestro "léxico diferencial o contrastivo". Se podrían añadir algunas otras secciones, como las formadas por los andalucismos (sardinel, empoya­tarse, embelesarse, barcina, etc.) o por los occidentalismos (peje, carozo, etc.)

Muchas de estas particularida­des están experimentando una considerable regresión. Los modernos medios de comu­nicación y el abandono de muchas tareas y oficios tradicionales conspiran para que triunfe una nivelación cada vez más noto­ria.

Autor: Gonzalo Ortega Ojeda. Profesor Titular de Filología Española, ULL

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