viernes, 24 de febrero de 2017

Cuaresma, Miércoles de Ceniza y Entierro de la sardina

Cuaresma:
La Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo. La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba de Jesús al permanecer durante 40 días en el desierto previos a su misión pública. También simbolizan los 40 días que duró el diluvio, los 40 años de la marcha del pueblo israelita por el desierto y los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. A lo largo del tiempo de Cuaresma, los cristianos son llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de penitencia y reflexión. La Cuaresma tiene seis domingos. No es un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido. El color litúrgico asociado a este período es el morado, asociado al duelo, la penitencia y el sacrificio a excepción del cuarto domingo que se usa el color rosa y el Domingo de Ramos en el que se usa el color rojo referido a la Pasión del Señor.
Miércoles de Ceniza:
El Miércoles de Ceniza es el primer día de la Cuaresma. Se celebra cuarenta días antes del Domingo de Ramos. La ceniza, cuya imposición constituye el rito característico de esta celebración litúrgica, se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior. El simbolismo de la ceniza se relaciona con el hecho de ser el residuo frío y polvorento de la combustión, lo que persiste luego de la extinción del fuego. La ceniza simboliza la muerte, la conciencia de la nada y de la vanidad de las cosas, la nulidad de las criaturas frente a su Creador, el arrepentimiento y la penitencia. (http://ec.aciprensa.com/wiki/Miércoles_de_Ceniza)
Origen del entierro de la sardina:
Al rey Carlos III (1716–1788), celoso guardián de las tradiciones cristianas, se le ocurrió organizar una fiesta un Miércoles de Ceniza, con el propósito de que el pueblo cumpliera con el deber de no comer carne durante la Cuaresma. A la fiesta, mandó llevar sardinas para paliar el hambre, pero hizo tanto sol ese día que empezaron a descomponerse hasta el punto de que el mal olor que desprendían impidió que se pudieran comer. Cuando los cocineros destaparon las cajas de sardinas se desprendió tal hedor que el rey ordenó que las sardinas fueran enterradas inmediatamente en la Casa de Campo, donde seguiría la fiesta. Este hecho, lejos de aguar la fiesta, la animó, ya que el pueblo organizó, con no poco buen humor, el entierro de las sardinas putrefactas y, con ello, se deshicieron de su mal olor. En vez de cumplir con el proyecto inicial de enterrar la carne, los madrileños de entonces enterraron el pescado. Y allí se inició la tradición del entierro de la sardina. Desde entonces, año tras año, se celebra esta curiosa procesión.

domingo, 19 de febrero de 2017

Los Carnavales

El carnaval es una de las fiestas populares de mayor tradición en la historia de la humanidad. Parece que el origen de los primeros carnavales se remontan a la antigua Sumeria, hace más de cinco mil años. Pasando luego la costumbre de la celebración a Egipto y al Imperio Romano (en las fiestas "saturnalias" romanas, en honor al dios Saturno), desde donde se difundió por toda Europa. Fue llevado a América por navegantes españoles y portugueses en época de colonización y conquista a partir del siglo XV.
Con el paso del tiempo, el carnaval fue adoptado por los pueblos que poseen tradición cristiana, precediendo a la cuaresma. El término carnaval proviene del latín y quiere decir “quitar la carne” refiriéndose a la prohibición religiosa de consumir carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma.
En la España de la época colonial, durante el reinado de los Reyes Católicos, ya era costumbre disfrazarse en determinados días con el fin de realizar bromas en los lugares públicos, hasta que en 1523 el rey Carlos I dictó una ley prohibiendo las máscaras y enmascarados. Fue el rey Felipe IV quien se encargó de restaurar el esplendor de las máscaras.
Con el correr de los años, el carnaval fue adoptando estilos diferentes según cada país. En América incorporó elementos aborígenes y hasta alcanzó ribetes místicos precolombinos. Hoy esta expresión popular se celebra en distintas partes del mundo. Es famoso el Carnaval de Río de Janeiro en Brasil o el de Venecia en Italia.
Carnaval de Santa Cruz de Tenerife
El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife es la fiesta más popular de la ciudad y la más participativa de cuantas se celebran en Canarias. En 1980, tiene la distinción de haber sido declarada oficialmente “Fiesta de Interés Turístico Internacional” y desde 1987, figura en el libro de los Records Guiness con la mayor participación de público, – más de 200 mil personas -, en un baile celebrado en lugar abierto. Las primeras referencias del Carnaval santacrucero se encuentren en el año 1778 con una descripción de un baile de Carnaval.
Cuenta con dos partes bien diferenciadas, el carnaval "oficial" y el carnaval en la calle. El carnaval oficial cuenta con más de 100 grupos con una media de 50 componentes cada uno: murgas, comparsas, grupos de disfraces, rondallas y agrupaciones musicales. El carnaval de la calle, viene a ser la participación de los propios ciudadanos en la fiesta. Miles de personas salen cada día a la calle a participar con un disfraz.
Para saber más del Carnaval de Santa Cruz: 

sábado, 11 de febrero de 2017

La conquista de las islas Canarias

Atrás quedaron los años en que tartesios y fenicios descubrieron las Canarias. No fue sino hasta la Edad Media, con la revolución marítima, cuando estas islas comenzaron a alcanzar una importancia y nombre que hasta entonces no habían tenido. Las conocidas por entonces como Islas Afortunadas fue objetivo de las expediciones de todas las grandes potencias marítimas de la época, desde genoveses, hasta mallorquines, catalanes, andaluces, vascos o lusitanos. Las leyendas o las historias hablaban de sus grandes riquezas, y en aquellos tiempos de conquistas, no podían pasar inadvertidas.
En mayo de 1402, Béthencourt y La Salle zarparon rumbo a Lanzarote, a la que conquistaron y desde donde hicieron expediciones a El Hierro (en 1405 derrotaron a los indígenas locales, los bimbaches) y Fuerteventura (desembarcaron en 1402 y conquistaron a los majoreros). Mientras, iban comenzando los contactos con la Corona de Castilla en busca de una financiación que les permitiera nuevas expediciones. Años después, Béthencourt cedió sus dominios a su sobrino Maciot y éste, a su vez, se los vendió al conde de Niebla y éste a las familias andaluzas de Casas, Pedraza y García de Herrera. Precisamente fue Díaz de Pedraza, en 1450, quien conquistó otra de las islas, La Gomera.
Momento importante fue el de la firma del Tratado de Alcaçovas-Toledo por el que Portugal y Castilla acordaron el reparto de las posesiones atlánticas, de modo que el Reino de Portugal se quedó con las Madeira, Azores y Cabo Verde, mientras que la Corona de Castilla se quedó con las Islas Canarias. 1478 fue el año de la incorporación de las Islas Canarias a la Corona de Castilla. De ese modo las islas pasaron a ser tierras de realengo, es decir, tierras que eran administradas por los reyes y no por los señores de ninguna familia.
Con Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera bajo gobierno castellano, los ojos se volvieron hacia las tres islas restantes, Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Se recabó dinero de la Iglesia Católica, mediante las bulas papales de indulgencia; de los mercaderes italianos y de empresas particulares que buscaban tener privilegios tras la conquista, y así comenzaría la conquista definitiva de las Canarias.
En 1496 Tenerife se considera conquistado y bajo el gobierno de la Corona de Castilla por lo que se da por finalizada la conquista de las islas Canarias. Casi 100 años duró la lucha el saqueo y la apropiación de la tierra a una cultura que luchó por seguir siendo libre.

jueves, 2 de febrero de 2017

La conquista de Tenerife

En diciembre de 1493, Alonso Fernández de Lugo obtuvo de los Reyes Católicos la confirmación de sus derechos de conquista sobre la isla de Tenerife y, a cambio de renunciar a la prima prometida por la conquista de La Palma, reclamó el gobierno de la isla, aunque no obtuvo participación en el quinto real. La financiación de la conquista fue llevada a cabo con la venta de sus plantaciones de azúcar en el valle de Agaete, obtenido tras la conquista de Gran Canaria, y asociándose con comerciantes italianos asentados en Sevilla.
El adelantado Alonso Fernández de Lugo inició la conquista de Tenerife el 1 de mayo de 1494 después de varios intentos fallidos. Tenerife era la única isla no conquistada por entonces, después de que el propio Fernández de Lugo hubiera dirigido la colonización de Gran Canaria y La Palma. Los propios Reyes Católicos impulsaron esta campaña que se prolongó durante dos años y que comenzó con el desembarco de los castellanos en la costa de Santa Cruz de Tenerife, muy cerca del casco histórico de la ciudad. Por entonces la isla estaba dividida en nueve reinos gobernados por menceyes: Cuatro de ellos pactaron con los conquistadores, pero otros se resistieron. La expedición castellana estaba formada por varios centenares de personas, entre españoles y canarios de otras islas, y desde un primer momento establecieron dichos pactos amistosos con los llamados reinos de paces: Güímar, Adeje, Abona y Anaga. Acampados en La Laguna de Aguere, en un lugar que desde entonces recibe el nombre de Gracia, se entrevistaron con el líder de los reinos de guerra, Bencomo. Ante la exigencia de sumisión del Adelantado, el mencey Bencomo contestó que si venía en son de paz fuera bienvenido, y que en caso contrario abandonara la isla o habría lucha.
Desoyendo la advertencia del líder guanche, los españoles se adentraron hasta el Valle de La Orotava en busca de ganado. Al regresar, fueron emboscados y derrotados por los aborígenes en la conocida batalla del barranco de Acentejo. Esto hizo retroceder a los conquistadores a Gran Canaria, si bien regresaron en 1495 y se impusieron por la fuerza después de derrotar al pueblo guanche en las batallas de La Laguna y La Victoria de Acentejo. Una epidemia de peste que afectó a la población guanche disminuyó notablemente la población aborigen. Finalmente en febrero de 1496, la isla de Tenerife pasó a formar parte de la Corona de Castilla. Muchos de sus habitantes fueron convertidos en esclavos, a pesar de que en 1434 el Papa Eugenio IV había prohibido el comercio de esclavos con habitantes de las islas Canarias. Las últimas operaciones de la conquista se limitaron a destruir la escasa resistencia que quedaba en Tenerife, a capturar esclavos y reunir ganado. En 1511 se ordenó la puesta en libertad de los guanches cautivos.

SOLICITUD DE PLAZA PARA FORMACIÓN BÁSICA DE PERSONAS ADULTAS O BACHILLERATO. Alumnado nuevo ingreso