sábado, 11 de febrero de 2017

La conquista de las islas Canarias

Atrás quedaron los años en que tartesios y fenicios descubrieron las Canarias. No fue sino hasta la Edad Media, con la revolución marítima, cuando estas islas comenzaron a alcanzar una importancia y nombre que hasta entonces no habían tenido. Las conocidas por entonces como Islas Afortunadas fue objetivo de las expediciones de todas las grandes potencias marítimas de la época, desde genoveses, hasta mallorquines, catalanes, andaluces, vascos o lusitanos. Las leyendas o las historias hablaban de sus grandes riquezas, y en aquellos tiempos de conquistas, no podían pasar inadvertidas.
En mayo de 1402, Béthencourt y La Salle zarparon rumbo a Lanzarote, a la que conquistaron y desde donde hicieron expediciones a El Hierro (en 1405 derrotaron a los indígenas locales, los bimbaches) y Fuerteventura (desembarcaron en 1402 y conquistaron a los majoreros). Mientras, iban comenzando los contactos con la Corona de Castilla en busca de una financiación que les permitiera nuevas expediciones. Años después, Béthencourt cedió sus dominios a su sobrino Maciot y éste, a su vez, se los vendió al conde de Niebla y éste a las familias andaluzas de Casas, Pedraza y García de Herrera. Precisamente fue Díaz de Pedraza, en 1450, quien conquistó otra de las islas, La Gomera.
Momento importante fue el de la firma del Tratado de Alcaçovas-Toledo por el que Portugal y Castilla acordaron el reparto de las posesiones atlánticas, de modo que el Reino de Portugal se quedó con las Madeira, Azores y Cabo Verde, mientras que la Corona de Castilla se quedó con las Islas Canarias. 1478 fue el año de la incorporación de las Islas Canarias a la Corona de Castilla. De ese modo las islas pasaron a ser tierras de realengo, es decir, tierras que eran administradas por los reyes y no por los señores de ninguna familia.
Con Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera bajo gobierno castellano, los ojos se volvieron hacia las tres islas restantes, Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Se recabó dinero de la Iglesia Católica, mediante las bulas papales de indulgencia; de los mercaderes italianos y de empresas particulares que buscaban tener privilegios tras la conquista, y así comenzaría la conquista definitiva de las Canarias.
En 1496 Tenerife se considera conquistado y bajo el gobierno de la Corona de Castilla por lo que se da por finalizada la conquista de las islas Canarias. Casi 100 años duró la lucha el saqueo y la apropiación de la tierra a una cultura que luchó por seguir siendo libre.

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