Su
origen se remonta a la época de las Cortes de Cádiz, cuando un
ministro pensó en ella como “un medio para aumentar los ingresos
del erario público sin quebranto de los contribuyentes”. El primer
sorteo se celebró el 18 de diciembre de 1812. Recibió el nombre de
‘Lotería Moderna’, para diferenciarla de la ‘Lotería
Primitiva’ iniciada por el Marqués de Esquilache. El nombre de
‘Sorteo de Navidad’ no llegó hasta el 23 de diciembre de
1892 y cinco años después esta denominación ya aparecía impresa
en los boletos.
Desde
el primer sorteo, fueron los niños de San Ildefonso los encargados
de cantar los números, que hasta 1913 estaban impresos en papeles. A
partir de esta fecha, se implantó el sistema de bombos y bolas de
madera que se sigue utilizando hoy. En la actualidad, todos los 22 de
diciembre la ilusión irrumpe en los hogares españoles gracias al
sorteo extraordinario de Navidad, cuyo premio máximo tiene un valor
de 4 millones de euros.
En
1812, en plena Guerra de Independencia, España sufría una de
las peores crisis de su historia contemporánea: las hambrunas de
1808 y 1812, unido a los enfrentamientos con los franceses y las
epidemias, produjeron a lo largo de la guerra unas pérdidas
económicas gigantescas y un descenso demográfico de entre 560.000 y
885.000 habitantes, en una población que apenas superaba los 10
millones. Y lo peor de todo, el Gobierno aún necesitaría dinero
para seguir asumiendo los elevados gastos militares hasta el final de
la guerra, en 1814.
En
esta coyuntura de crisis se celebró el primer sorteo navideño, el
18 de diciembre de 1812, en Cádiz, a través de papeletas con los
números impresos. Y el primer «gordo», dotado de 8.000 reales, se
lo llevó un españolito de a pie tras gastarse sólo 40 en el número
03604. Era la primera vez que la Lotería de Navidad «escogía» a
su afortunado, tras cuatro años de penurias y combates, y poco
después de la importante victoria en Arapiles y la salida
definitiva de los franceses de Andalucía.
Esta
progresiva retirada de las tropas napoleónicas hizo que la Lotería,
circunscrita en principio a Cádiz y San Fernando, se implantara
después en Ceuta y más tarde en toda la comunidad andaluza,
instalándose finalmente en Madrid en 1814, ya con el sistema de
bombos y bolas establecido un año antes.
Cada
vez se compran más décimos (en 1832 ya se emitían 12.000 números),
hasta el punto de que los bombos metálicos -vigentes desde 1850-
llevan cada año a la Administración, ante la imposibilidad de
introducir más bolas en ellos, a ampliar las series correspondientes
a cada número.
Ni
tan siquiera la Guerra Civil suspendió la celebración del sorteo de
Navidad. Sufrió, eso sí, la misma «suerte» que el resto de los
españoles, quedando dividida en una Lotería republicana y otra
nacional.

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