domingo, 13 de mayo de 2018

Santiago de Compostela


Santiago de Compostela es la capital de la Comunidad Autónoma de Galicia; una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO gracias a su belleza monumental, extraordinaria conservación y por ser meta de una milenaria ruta de peregrinación: el Camino de Santiago, que desde el siglo IX transformó este paraje del finis terrae en punto de encuentro de la fe y el pensamiento del mundo occidental.
Santiago de Compostela es una aparición de piedra entre los verdes bosques del Noroeste español y las cercanas rías gallegas. Comenzó por ser lugar de paso junto a una vía romana, pero el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago a principios del siglo IX hizo surgir un lugar de culto en los confines de una península dominada por la invasión musulmana. Desde entonces toda Europa se echó a andar hacia Santiago, ciudad santa de la cristiandad en la que les esperaba la gracia de la absolución plenaria. Allí emergió una catedral románica a la que el transcurrir de los siglos quiso añadir la sobriedad del Renacimiento y la majestuosidad de un Barroco. Es una urbe, hecha del granito de sus monasterios, sus hospitales de peregrinos, sus numerosas iglesias, sus casas señoriales y unas plazas en las que el tiempo escogió quedarse detenido.
Los orígenes. Con anterioridad al siglo IX, la ciudad de Santiago no existía como tal. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas han demostrado que en el lugar que hoy ocupa la ciudad histórica, se asentaba una villa romana que pudo alcanzar una cierta importancia y que persistió hasta el siglo VII. Junto al recinto amurallado de la "civitas" romana se erigió, en el siglo I, el mausoleo pagano que más adelante daría origen a la catedral.
La Fundación de la Ciudad. En los primeros años del siglo IX el obispo de Teodomiro, por indicación de un eremita llamado Pelagio, examina el mausoleo que reconoce como el del Apóstol Santiago, basándose en la tradición oral según la cual Santiago había predicado en el "finis terrae" hispano y sufrido martirio tras su regreso a Palestina. Los discípulos Atanasio y Teodoro trajeron de nuevo su cuerpo decapitado, y para ello desembarcaron en Iria Flavia, a veinte km, y lo trasladaron hasta el monte Libredón, donde lo enterraron en un arca de piedra, dice la leyenda.
El rey asturiano Alfonso II se trasladó desde Oviedo con toda su corte y reconoció la existencia del sepulcro del Apóstol Santiago, declarándolo en ese mismo momento Santo Patrón del reino y convirtiendo el lugar en el centro de un culto capaz de aglutinar la cristiandad de Occidente frente a la expansión musulmana. La fundación de la ciudad se data en el año 830. También se construye la primera iglesia de Santiago, un sencillo templo que acogía en su interior el mausoleo de época romana.

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