jueves, 28 de noviembre de 2019

EL ESPAÑOL HABLADO EN CANARIAS (I)


Introducción: La modalidad lingüística hablada en Canarias se inscribe en el llamado español atlántico o meridional. Nuestra variedad forma grupo común con el andaluz, y con el español de América. El castellano se implanta en Canarias a lo largo del siglo XV y primeros años del siglo XVI, una vez se consuman la conquista y colonización de dicho territorio por parte de Castilla. De modo que ha sido la virtual identidad de los procesos de anexión lo que explica las muchas analogías que presenta el español de las Islas con el de Ultramar. Esas analogías, de forma más concreta, se deben a los siguientes hechos: 1. Coincidencia en las fechas de la conquista y colonización. 2. La misma procedencia geográfica de los colonos y 3. La relación secular y sostenida entre Canarias y América.
Conviene aclarar que el español canario presenta una notable diversidad o polimorfismo, como corresponde a una región físicamente fragmentada y como corresponde también a unos condicionantes naturales y culturales no siempre homogéneos en el transcurso de su joven historia. Por eso se habla de “hablas canarias”.
Rasgos fónicos: Lo que de verdad interesa comentar en este apartado se refiere a las consonantes:
1. Seseo generalizado. Este rasgo se da con carácter genérico en Canarias en todos los hablantes. La ausencia del fonema zeta ha determinado una pronunciación particular de la s.
2. Aspiración de la s en final de sílaba. Es prácticamente general, con excepción de lo que sucede en la isla de El Hierro. En la isla de Gran Canaria, cuando la s va seguido de b, d, y g se produce una pérdida de dicho elemento.
3. Pronunciación relajada de la j o g.
4. Presencia del yeísmo. La ll se pronuncia como y.
5. Pronunciación sonorizada ch.
Los rasgos hasta aquí considerados se registran en todo el espectro sociocultural de hablantes. Hay, sin embargo, algunas otras particularidades que se reducen a grupos sociológicos más específicos. Por ejemplo, la confusión r - l (Cardero en lugar de caldero) Otro tanto sucede con la pronunciación aspirada de la r ante n y l (cahne por carne)
Autor: Gonzalo Ortega Ojeda. Profesor Titular de Filología Española, ULL

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